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Nuestra expedición juntas – Colombia 2025

Colombia padece un conflicto interno que genera violencia y desplazamiento forzado, especialmente en regiones como el Chocó. Según ACNUR, el país es el primero del mundo en número de desplazados internos, con más de 7,8 millones de personas afectadas.

Txetxe, Rosi, Isa y Tatiana, payasas comprometidas que forman parte de nuestra organización, han viajado hasta Quibdó, capital del Chocó. Allí han combinado espectáculos de clown y circo con técnicas de recuperación del trauma (TRTs) para reducir el estrés postraumático y mejorar el bienestar de la infancia desplazada y de sus familias, fomentando resiliencia y cohesión comunitaria.

Ellas mismas nos cuentan su experiencia.


“Desde el primer momento sabíamos que el objetivo del proyecto que se nos había encomendado era reducir la sintomatología del estrés postraumático y mejorar el estado de ánimo de la infancia desplazada y refugiada que ha sufrido los efectos de los conflictos y movimientos forzosos en el departamento del Chocó.

Para lograrlo, unimos dos dinámicas de diferente origen: la del mundo de la psicología con las TRTs (Técnicas de Recuperación del Trauma) creadas por la UTCCB (Unidad de Trauma, Crisis y Conflictos de Barcelona) y aplicadas por las maestras de las escuelas de Quibdó, y la de las artes escénicas mediante espectáculos cómicos a cargo de Payasos Sin Fronteras. Para ello, hemos contado con el apoyo de ACNUR Colombia y la Fundación Nous Cims. Sin ser del todo conscientes, esta ha sido la sexta gira del proyecto.

Hecha esta introducción, es difícil relatar la experiencia, llena de contradicciones internas que hacen replantearte continuamente el lugar del ser humano en el planeta. Un territorio de enorme riqueza como el Chocó (oro, minería, alimentos, belleza ecológica…) frente a la violencia y el aprovechamiento ejercido sobre la población, que vive en la pobreza y bajo la presión de décadas de conflictos armados”.

Llegar al Chocó

Desde Bogotá volamos en un pequeño avión durante una hora y media sobre la selva chocoana. Observamos el verde infinito que se extiende bajo nosotras. Vemos el río Atrato serpenteando como una arteria vital, llena de vida y alimento.

En Quibdó nos esperaba Don Luis, nuestro chofer. Muy pronto se convirtió en una parte esencial del equipo, cuidándonos y acompañándonos con amabilidad y seguridad. Desde su coche miramos fascinadas: miles de motos llenas de gente, muebles, objetos, familias enteras… Sin casco, sin semáforos y sin accidentes. A todo esto se sumaba la música que sonaba por altavoces en cada esquina: ritmos exóticos o voces que anunciaban frutas frescas, sabrosas, deliciosas y dulces como la miel”.

Nuestros primeros pasos

“Nuestra anfitriona, Tatiana Torres, la payasa Petisa, nos tranquilizó desde el inicio: los primeros días son de introducción, y después, todo fluirá. Y así fue.

Tras algunas funciones, el engranaje fue perfecto. El equipo se entendía sin palabras”.

El vuelo compartido

“Con mis queridas compañeras desde Valencia, Rosi Cózar e Isa Navas, formamos un núcleo de complicidad y confianza que nos dio absoluta libertad en el escenario. Volamos, entre cada función, entre carcajadas, travesuras y pasos agigantados.

Cada función cerraba con una canción de despedida adaptada al público, acompañada del banjolele, maracas y ritmo de calypso rock”.

Risas que desbordan

“Los espectáculos en las escuelas eran pura energía: 500 niños y niñas que a la vez nos abrazaban, nos buscaban con la mirada, querían seguir jugando. Una ternura que nos dejaba agotadas y marcadas por el amor.

Quisiéramos actuar para ellos cada semana. Y además, seguiría siendo necesario. Porque en un entorno atravesado por la violencia, las risas cambian las miradas y transforman el ambiente.

Los juegos de magia, los malabares, la sorpresa de un pañuelo que desaparece o una cuerda que flota se convierten en un respiro colectivo. Entre selvas infinitas y calles llenas de ruido, aprendiendo que el humor es resistencia y ternura.

Ahora necesitamos algunos días para procesar la mente, las almas y nuestros corazones, vibrantes, emocionados y transpuestos.

Solo podemos sentirnos agradecidas por este territorio y su gente generosa, que nos pide que volvamos pronto, mañana mismo, y que les enseñemos a hacer magia, aunque ellos y ellas ya estén listos y son quienes realmente saben hacerla.

El clown no cura el mundo, pero sí lo hace más habitable”.

Txetxe Folch


“A los 6.738 niños y niñas del Chocó: cada sonrisa vuestra es un río que corre libre entre montañas, una chispa que enciende la selva, una luz que atraviesa la lluvia.

Gracias por enseñarnos que la alegría no se compra, que la risa compartida es un puente, y que en medio de todo, siempre hay un motivo para brillar”.

Isa Navas


“Juego, presencia y escucha. Nos reciben con arroz con tomate, huevos con todo y un vaso de leche con panela. Nos cuidan. Nos gritan ‘¡Sí, se puede!’ a cada paso. Se acercan al maletín y se sorprenden con magia.

Gracias, niños y niñas, por vuestras sonrisas despiertas y vuestros juegos presentes”.

Rosi Cozar Navarro

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